miércoles, 8 de enero de 2014

Numerología año 2014- año 7

En el 2014, según la numerología, estaremos transitando un año universal regido por el número 7. El 7 es un número mágico, místico, mediante el cual se organiza la creación: tenemos 7 notas musicales, 7 chakras principales, 7 días de la semana, 7 colores del arco iris…

El 7 es un número que nos permite crecer, evolucionar en el aspecto espiritual y mental. Es un número introvertido, que nos lleva a conectarnos con nuestro interior, estar más reflexivos, místicos y estudiosos, por eso será un año de crecimiento donde podremos perfeccionarnos en el área en la cual nos desempeñamos.
Mundialmente, cobrarán protagonismo asuntos referidos a la espiritualidad, la religión, la psicología, la ciencia, investigación y la educación. Será un año en donde nos replantearemos nuestras creencias y estaremos más pensantes y reflexivos; ideal para estudiar, especializarse en algo o animarse a enseñar y compartir lo aprendido.
Comienza un año para unir ciencia y espiritualidad, cultivar la sabiduría, eso que no se logra sólo acumulando conocimiento y estudio sino también desarrollando nuestra conexión con nuestra parte espiritual… Que es la más sabia.
A lo largo de este 2014 se pueden dar más descubrimientos científicos que confirmen teorías espirituales. También se cuestionarán la educación y la religión, pudiéndose gestar cambios estructurales importantes.

El “14”, la terminación del año, nos pide que logremos un equilibrio emocional cultivando la templanza. El 7 es un número intuitivo y mental y nos ayuda a no dejarnos dominar por las emociones y la impulsividad. Nos da la capacidad de contemplar y de observar nuestras emociones antes de reaccionar negativamente.
El 14 es un 5, el número que representa el maestro interior de cada uno y que generará los cambios necesarios para nuestra evolución.
Esta combinación de 7 y 5 hará que muchos se animen a enseñar, no sólo lo que estudiaron sino lo que experimentaron y vivenciaron. Todos tenemos algo que transmitir más allá de los títulos y los diplomas.

Lo negativo del número 7
Durante este año hay que evitar aislarse, desconectarse de la realidad, tornarse demasiado frío, perfeccionista y excluyente. No hay que perderse en el delirio místico ni en el excesivo trabajo mental o intelectual. La idea es poner la mente al servicio del espíritu y no que el parloteo mental o el exceso de información nos impida manejarnos intuitivamente.
Las relaciones personales se darán más por afinidad mental o conexión espiritual que por afinidad física o emocional. Cada uno deberá respetar el espacio personal del otro y los momentos de soledad. Debemos aprender a ver a Dios en los ojos del otro, al alma detrás de la personalidad de cada uno.
El 7, al ser un número sumamente perceptivo e intuitivo, también absorbe energías negativas del entorno. Por eso, este año debemos procurar evitar las muchedumbres, el encierro, debemos buscar contacto con la naturaleza y el agua para descargarnos de esas energías.
En el aspecto material, deberemos pensar y reflexionar bien antes de cualquier decisión y leer muy bien la “letra chica”. Si nos manejamos con cautela será productivo.
En el plano de la salud, debemos tratar practicar meditación o cualquier técnica de relajación para evitar el estrés.
Siete

El 7 es considerado un número mágico porque se compone del sagrado número 3 y del terrenal número 4 estableciendo, así, un puente entre el cielo y la tierra. Si asociamos el número 4 a la tierra con sus cuatro elementos y sus cuatro puntos cardinales, con el sagrado número 3 que simboliza la perfección, llegamos al número 7, que representa la totalidad del universo en movimiento.
 “El número siete -dijo Hipócrates- por sus virtudes ocultas, tiende a realizar todas las cosas; es el dispensador de la vida y fuente de todos los cambios, pues incluso la Luna cambia de fase cada siete días: este número influye en todos los seres sublimes”.
Su simbología se obtuvo, probablemente, a partir del cielo, donde los siete planetas clásicos forman un todo: el septenario. El Sol, la Luna y los planetas visibles: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. La inmensa mayoría de símbolos de siete elementos en el mundo entero derivan de este modelo celeste de las siete esferas.
Hay, además, una gran concordancia entre el número 7 y el 12: como 3 y 4 suman 7, tres veces 4 hacen 12, que son los planetas y los signos derivados de la misma raíz y  participan con el 3  por la divinidad y  con el 4 de la naturaleza de lo inferior.

El 7 está en todo
Vamos a encontrar tantas relaciones y aplicaciones del septenario (el nombre que se le da a los siete planetas clásicos en Astrología y, por extensión, a todo aquello que consta de siete elementos) que sería difícil enumerarlas todas. Veamos algunas: el número 7 está presente en la semana compuesta por siete días y en las fases lunares que duran siete días cada una y, a través de las cuales, surge el mes.
A la simbología del 7 pertenecen, por supuesto, los grupos de los siete elementos como los siete mares del mundo, las botas de las siete leguas y los siete enanitos.
En la Edad Media se conocían siete formas de arte y, desde el inicio de la humanidad, conocemos los siete milagros del mundo. Las siete columnas sobre las que se edificó Roma pertenecen al mismo tipo de simbología que las siete columnas sobre las que se construyó el Templo de la sabiduría de Salomón: en la casa de Dios sobre la tierra se unen el tres divino con el cuatro terrenal.
Al igual que el principio de Hermes, “Como es abajo, es arriba, como es arriba es abajo para que perpetúe el milagro de la Unidad”, así ocurre con el siete celestial, que tiene su correspondencia en el siete terrenal y en los siete metales que -a su vez- constituyen los siete pasos del proceso alquímico. La Lira, el instrumento sagrado de Apolo, consta de siete cuerdas que originaban los tonos de los siete planetas, los cuales elevaban el espíritu del hombre. Los siete colores del arco iris también nos muestran al septenario como regulador de vibraciones.
De acuerdo a Cornelio Agrippa, los siete ángeles que asisten ante la faz de Dios son:
-Para el Sol, el ángel de la Luz , Miguel.
-Para la Luna, el ángel de las aspiraciones y de los sueños, Gabriel.
-Para Mercurio, el ángel civilizador, Rafael.
-Para Venus: el ángel del amor, Anael.
-Para Marte, ángel exterminador, Samahel.
-Para Júpiter, el ángel dominador, Zadkiel.
-Para Saturno, el ángel de la solicitud, Zaphkiel.
Los pecados (o vicios capitales) también se pueden asociar con el septenario: la soberbia al Sol, la avaricia a Saturno, lujuria a Venus, la ira Marte, la gula Júpiter,  la envidia  a Mercurio, la pereza a la Luna. Como contrapartida, sucede lo mismo con las siete virtudes cardinales.
La dualidad del número siete aparece reflejada en la expresión bíblica “siete años de vacas flacas y siete años de vacas gordas”. Además, el 7 es frecuentemente empleado en la Biblia: en el candelabro de siete brazos, los siete espíritus reposando sobre la vara de José, los siete cielos donde habitan las órdenes angélicas y Salomón que construye el templo en siete años.

El 7 y los Astros
Para la Astrología, es bien conocido que el ciclo de siete suele ser un ciclo crítico por dos razones: o por el ángulo hostil que forma la Luna con el Sol cada siete días (llamados días críticos) o por el ciclo de Saturno que hace un aspecto hostil  con su posición inicial cada siete años. El 7 es el número, según se ha señalado, de la finalización de un ciclo y su renovación. El séptimo día el Creador dejó de trabajar y descansó e hizo de éste un día santo: el shabat no es, por ende, su reposo exterior sino su coronación, su finalización en la perfección, y no solamente el séptimo día, el séptimo año también es de reposo.
El número 7, por la transformación que inaugura, posee en sí mismo un poder: es un número mágico

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