lunes, 24 de marzo de 2014

Lo importante es el proceso no el resultado.


Las personas son infelices porque no tienen lo que desean. Y cuando lo obtienen son infelices porque no lo pueden conservar para siempre” (Peaceful Warrior)


GettyLance Armstrong
Lance Armstrong  fue por mucho 
tiempo un ejemplo y un referente para quienes amamos el deporte—para quienes amamos la vida—. Sin embargo, hoy es de todos conocido que en una entrevista, Armstrong reconoció haber utilizado drogas ilegales para incrementar su rendimiento.






¿Juegas “de afuera hacia dentro o de adentro hacia afuera”?), una en donde se privilegia el resultado y otra en donde se da prioridad al rendimiento. Durante muchos años, todos vimos las hazañas del ciclista estadounidense pensando que era un deportista que se enfocaba en el cómo, cuando en realidad todo era al revés; lo más importante era el reconocimiento, la fama, la gloria, el dinero, la victoria, etc.
Cuando usan la frase “ganar no es importante, es lo único” es la peor aportación que alguien pudo haberle hecho al deporte. 
Si esta frase se introduce en nuestra mente, muy rápido nos podríamos cachar haciendo trampa para ganar. Lo peor, y como lo hizo Armstrong, es que nuestra capacidad de autoengaño rápidamente buscará justificar nuestras acciones y  comportamiento; “todo sea por ganar” o “todo el mundo lo hace”.

Sí, Lance nos engaño a todos y nos arrebató su ejemplo de vida. Aún así creo que el ciclista ahora nos deja una nueva lección e inspirado en la película “El camino del Guerrero” (Peaceful Warrior) dejo abiertas las siguientes preguntas:

¿Por qué es importante ganar para ti?, pero sobre todo ¿qué pasa si todos esos sueños de grandeza (campeonatos, títulos, viajes y reconocimiento) no llegan?, ¿si esa gran meta que te has trazado, y por la que quizá tanto has trabajado, simplemente no se da?

Este texto es una invitación a reflexionar sobre la naturaleza y la realidad de los resultados. Si queremos darnos cuenta, observaremos que la victoria es impermanente; que los triunfos vienen y van; que por más que yo logré extender una cadena de éxitos, llegará el momento de perder; que los fracasos son útiles y buenos consejeros; que meterme en la cabeza que ganar es lo único es una rápida vía a la frustración, al desequilibrio emocional y a la infelicidad.

Armstrong lo tuvo todo, menos felicidad auténtica. Claro que en cada llegada a Champs Elysées y vestido de amarillo su sistema se llenaba de una energía indescriptible que lo catapultaba hasta las nubes,  ¿pero cuánto tiempo duraba aquella sensación? Lance se volvió adicto al triunfo por lo que su mente confundida solo pensaba en repetir esa experiencia; entonces haría lo que fuera para lograrlo.

Sin duda ganar en el deporte—y en la vida—es importante, pero aún más importante es el cómo accedemos a un resultado. Los logros por sí solos no representa felicidad auténtica o realización personal, es en el camino que recorremos para alcanzarlos, donde obtienen significado.
Gracias a nuestro amigo por su documento.

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