Imagina que ni bueno ni malo existen ya.
Lo que es bueno y lo que es malo lo hemos aprendido, nos lo han enseñado, nos lo siguen enseñando, cada día. Todos los que nos rodean, con los que pasamos nuestros días y también con los que coincidimos de vez en cuando, nos dicen lo que está bien y lo que está mal. Hay muchas formas de decir, también sin hablar, y al final con todo ese abanico de maneras de expresarse nos muestran lo que para ellos es correcto o incorrecto. A veces, van más allá y además de enseñarte lo que en su opinión es bueno y malo, te muestran lo que está bien o mal para todos, para la sociedad en general, te recuerdan las normas. Nos dan su opinión, muchas veces sin pedírsela, lo que más les importa es decirlo, no si te interesa. Ellos saben lo que está bien y lo que está mal, se lo han enseñado, es algo que sabe todo el mundo y que si en algún momento te desvías de esa línea alguien aparecerá para, por si no te habías dado cuenta, advertirte de que eso no está del todo bien, que lo correcto sería… puntos suspensivos.
Siempre va a haber alguien con una sugerencia, con una solución diferente (para él o ella mejor que la tuya) y siempre va a haber alguien de acuerdo con lo que haces, aunque no te lo diga. Los que discrepan son más ruidosos, quieren advertirte por tu bien y se hacen escuchar. Los que están de acuerdo son más discretos pues ven que estás haciendo lo que ellos harían y no sienten la necesidad de advertirte de ningún peligro.
Después de haber estado todo el día intercambiando opiniones con los demás, llegas a casa y quieres desconectar. Muchos recurren a la televisión, donde nos cuentan un montón de cosas y en la propia forma de contar algo ya se da a entender qué está bien y qué está mal, sin ni siquiera decirlo. Otra vez nos identificamos con los protagonistas de lo que nos cuentan y nos sentimos juzgados, continuamente juzgando si algo está bien hecho o mal hecho.
Cuando la otra persona nos está contando algo, muchas veces sólo por desahogarse, sentimos una necesidad irrefrenable, antes de nada, de distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Si nos pide ayuda nos cuesta muy poco saber qué es lo mejor para esa persona, lo que debe hacer y lo que no. Nos lo han enseñado, nos lo enseñan cada día a cada momento, y por eso lo ponemos en práctica en cuanto podemos. Muchas veces no sabemos lo que es bueno o malo para nosotros mismos, pero tenemos muy claro lo que deben hacer y no hacer los demás. Miramos fuera, no nos conviene mirar hacia dentro, por lo que nos pudiéramos encontrar. Suerte que somos espejos.
Hasta aquí he hecho una descripción brillante y acertada para unos y absurda y vacía para otros, depende del juicio de cada uno, de lo que para ti esté bien o mal. Ahora te invito a imaginar…
Imagina
Imagina que no hay bueno ni malo, que todo lo que haces, todo lo que te hacen, todo lo que ves ocurre para algo, algo concreto. Incluso la opinión de ese al que no se la has pedido y te molesta enormemente, tanto que te la dé como lo que además te dice. Imagina que lo desagradable que te sucede tuviera un fin, un objetivo. Imagina que el otro no existe, que todos eres tú. Imagina que la vida es un videojuego, que cada uno estamos en una pantalla, con muchos otros, todos compartiendo aventura, unos más avanzados y otros menos. Imagina que todo lo que ganas y todo lo que pierdes es útil para seguir avanzando y que, por tanto, no existe ni ganar ni perder, que no existe ni bueno ni malo tal y como lo conocemos, tal y como nos lo han contado. Imagina que todos hacen lo que hacen para algo, que lo hacen porque es la mejor solución que han encontrado, que como no existen eres tú quien lo hace. Imagina que todo lo que ves lo estás creando junto con los demás. Imagina que todo está sincronizado con una precisión no milimétrica, sino atómica.
Cuando entiendes (o imaginas…) eso y un poco más, todo cambia. Si crees firmemente que nada es bueno ni malo, que simplemente es, te resulta más sencillo dejarte llevar pues dejas de ver amenazas por todas partes, dejas de desconfiar, de tener miedo a equivocarte. Y cuando dejas de tener miedo, cuando confías, atraes acorde a ese estado. Confianza sin juicio, una mente inocente, desaprendida y a la vez aprendiendo a cada momento de lo que le pasa y de lo que les pasa a los demás.
Imagina que estás leyendo esto para algo, que de todo lo que he escrito hay algo que te ha resonado más. Imagina que te puedes abstraer de lo que está bien y lo que está mal, del juego de los juicios, y averiguar para qué estás frente a estas líneas y para qué acabas de leer lo que acabas de leer. Imagina…
Extraido de: El sombrerero Cuántico....
http://oscarsaiz.es/imagina-que-ni-bueno-ni-malo-existen-ya/
Gracias....
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