lunes, 28 de octubre de 2013

El colesterol. Su procedencia

EL GRAN ENGAÑO DEL COLESTEROL 


dr. dwight lundell
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 DR. DWIGHT  LUNDELL*                                           
                         
Un cirujano reconocido  mundialmente expone la verdadera causa de las enfermedades  coronarias


Nosotros, los médicos, con toda  nuestra formación, los conocimientos y la autoridad que uno va  adquiriendo, tendemos a aumentar nuestro ego y difícilmente  admitimos que nos hemos equivocado. Y sin embargo, tengo que  confesar que me he equivocado. Como cirujano del corazón, con 25  años de experiencia, con más de 5000 cirugías realizadas de corazón  abierto, hoy ha llegado el momento de reparar el daño mediante los  hechos médicos y científicos.He estado formando durante muchos años  a otros médicos, de esos a los que luego se etiqueta como  "formadores de opinión".

Asediados por la literatura científica,  asistiendo de forma continua a seminarios, los creadores de opinión  han insistido en que las enfermedades coronarias son el resultado  del simple hecho de tener unos niveles de colesterol muy elevados en  sangre. La única terapia aceptada ha sido la de prescribir  medicamentos para bajar el colesterol y una dieta muy restringida en  grasas. Un menor consumo de grasas traería consigo una disminución  en la cantidad de colesterol y se reducían las enfermedades  coronarias.

Cualquier desviación de estas recomendaciones se  consideraba una herejía y daba lugar a la realización de malas  prácticas médicas. ¡Pero no está funcionado! Estas  recomendaciones no son ni científicamente ni moralmente defendibles.  El descubrimiento hace unos años de que es la inflamación en la  pared arterial la causa real de la enfermedad cardíaca, es lo que  poco a poco está dando lugar a un cambio de paradigma en la forma en  que son tratadas las enfermedades cardíacas y otras dolencias  crónicas. Las recomendaciones dietéticas establecidas desde  hace mucho tiempo han provocado epidemias de obesidad y de diabetes,  consecuencias que empequeñecen cualquier otra plaga histórica en  términos de mortalidad, sufrimiento humano y de graves consecuencias  económicas.

A pesar de que el 25% de la población toma costosos  medicamentos a base de estatinas, y a pesar del hecho de que hemos  reducido la cantidad de grasa presente en nuestra dieta, cada vez  mueren más personas por enfermedades que afectan al  corazón. Las estadísticas de la American Heart Association  indican que 75 millones de estadounidenses sufren enfermedades  cardíacas, que 20 millones padecen diabetes y 57 millones  pre-diabetes. Estos trastornos afectan cada vez a personas más  jóvenes, en mayor número cada año. En pocas palabras, sin la  inflamación corporal no es posible que se acumule el colesterol en  las paredes de los vasos sanguíneos y se causen de este modo  enfermedades cardíacas y apoplejías. Sin inflamación, el colesterol  se mueve libremente por todo el cuerpo; es la inflamación lo que  hace que el colesterol quede atrapado. La inflamación no es un  proceso complejo, se trata simplemente de una reacción natural del  cuerpo ante invasores extraños, tales como bacterias, toxinas o  virus. El ciclo inflamatorio es una forma de proteger al cuerpo ante  invasores bacterianos y virales. Sin embargo, si se expone de forma  crónica a nuestro organismo a toxinas o alimentos que el cuerpo  humano no está preparado para procesar, se produce entonces una  inflamación crónica. La inflamación crónica es tan dañina como  beneficiosa una inflamación aguda.

¿Qué persona sensata se  expondría de forma intencionada en repetidas ocasiones a alimentos u  otras sustancias que sabe le causan daño corporal? Bueno, quizás los  fumadores, pero al menos se trata de una decisión  voluntaria. El resto nos limitamos a seguir la dieta  recomendada, baja en grasas y alta en grasas poliinsaturadas y  carbohidratos, sin saber que estamos causando repetidas agresiones a  nuestros vasos sanguíneos. Esta agresión repetida produce una  inflamación crónica que conduce a la enfermedad cardíaca, a los  accidentes cerebro vasculares, a la diabetes y la  obesidad.

Permítanme que se lo repita:  la lesión e inflamación de nuestros vasos sanguíneos está causada  por una dieta baja en grasas, algo recomendado durante años por la  medicina convencional. ¿Cuáles son los mayores culpables de la  inflamación crónica? En pocas palabras, la sobrecarga de hidratos de  carbono simples y alimentos muy procesados (azúcar, harina y todos  los productos derivados) y un exceso de consumo de aceites vegetales  con omega-6, tales como aceites de soja, maíz y girasol, que se  encuentran presentes en muchos alimentos procesados.

Visualice lo siguiente: un cepillo  duro que repetidamente se frota sobre la piel hasta que ésta  enrojece y sangra, esto durante varias veces al día, así diariamente  durante 5 años. Si se tolerase este cepillado, se produciría  sangrado, hinchazón de la zona afectada, que cada vez sería peor a  medida que repite la agresión. Esta es una buena forma de visualizar  el proceso inflamatorio, y es lo que podría estar pasando en su  cuerpo ahora mismo. Independiente de dónde se produzca el  proceso inflamatorio, bien interna o externamente, es lo mismo. He  observado el interior de miles y miles de arterias. Una arteria  enferma se ve como si alguien hubiese cogido un cepillo y lo hubiese  frotado varias veces contra las paredes. Varias veces al día, todos  los días, los alimentos que comemos producen pequeñas lesiones,  sobre las que se producen otras, de modo que es la causa de que  nuestro cuerpo responda de forma continua con inflamación.

A  pesar de que resulta tentador saborear los dulces, nuestros cuerpos  responden de forma alarmante, como si un invasor extraño nos  declarase la guerra. Los alimentos están cargados de azúcar,  carbohidratos simples, o procesados con omega-6, uno de los pilares  de la dieta norteamericana durante varias décadas. Estos alimentos  nos envenenan lentamente a todos. ¿Cómo un simple dulce produce  una cascada de inflamaciones que hace que el cuerpo  enferme?Imagínese que rocía el teclado con miel; esto es una  representación visual de lo que ocurre dentro de la célula. Cuando  consumimos hidratos de carbono simples, tales como el azúcar, los  niveles de azúcar en la sangre se elevan rápidamente. Como  respuesta, el páncreas segrega insulina, cuya misión principal es  que el azúcar llegue a todas las células donde se almacena la  energía. Pero si la célula está llena, si no necesita más glucosa,  se rechaza el exceso para evitar una disfunción de los procesos que  se llevan a cabo en su interior.Cuando las células rechazan el  exceso de glucosa, se elevan los niveles de azúcar en sangre,  aumentando la producción de insulina, y se almacena en forma de  grasa.

¿Qué tiene que ver todo esto con la inflamación? La cantidad  de azúcar en sangre se controla entre unos valores máximos y mínimos  muy estrechos. Las moléculas de azúcar se unen a una amplia variedad  de proteínas, que lesionan las paredes de los vasos sanguíneos. Esta  lesión repetida de las paredes de los vasos sanguíneos desencadena  la inflamación. Cuando sube el nivel de azúcar en sangre varias  veces al día, todos los días, es como frotar con papel de lija el  delicado interior de los vasos sanguíneos.Si bien no puede  observarlo, puede estar seguro de que ocurre así.

Lo he visto en más  de 5000 pacientes sometidos a cirugía durante los 25 años que llevo  ejerciendo. Todos ellos tenían un denominador común: la inflamación  de las arterias.Volvamos al asunto de los dulces. Bajo su inocente  aspecto, no sólo contienen azúcar, sino que también estás elaborados  con ácidos grasos omega-6, tales como los provenientes de la soja.  Las patatas fritas se fríen con aceite de soja, muchos alimentos  procesados se fabrican con ácidos grasos omega-6, para que así  tengan más larga duración. Mientras que las grasas omega-6 son  esenciales al formar parte de la membrana celular, y así controlar  lo que entra y sale de la célula, deben estar en un equilibrio  adecuado con los omega-3.Si este equilibrio se rompe por el consumo  excesivo de ácidos grasos omega-6, la membrana de la célula produce  unas sustancias químicas denominadas citoquinas, que causan  directamente inflamación.

Hoy en día, la dieta suele producir  un desequilibrio muy grande entre estos dos tipos de ácidos grasos.  La relación de desequilibrio puede estar en torno de 15:1, o incluso  de 30:1 en favor de los ácidos grasos omega-6. Esto produce una  enorme cantidad de citoquinas que causan la inflamación. Lo ideal  sería una proporción de 3:1 para que fuese saludable. Para  empeorar aún más las cosas, el sobrepeso produce una sobrecarga de  células grasas que vierten grandes cantidades de productos químicos  pro-inflamatorios, lo que se suma a las lesiones causadas por los  altos niveles de azúcar en sangre. El proceso que comenzó  consumiendo productos dulces se convierte en un círculo vicioso que  con el tiempo genera una enfermedad cardíaca, elevada presión  arterial, diabetes, y por último, Alzheimer, si el proceso  inflamatorio no disminuye.

No se puede olvidar el hecho de que  cuanto más se consumen alimentos procesados, más se dispara la  inflamación, un poco cada día. El cuerpo humano no puede procesar,  ni fue diseñado para consumir, los alimentos envasados con azúcar y  preparados con ácidos grasos omega-6. No hay otra solución para  disminuir la inflamación que consumir los alimentos lo más cercano  posible a su estado natural. Para reconstruir un músculo, se deben  consumir más proteínas. Para energía elija carbohidratos complejos,  tales como los presentes en frutas, verduras y granos integrales.  Reduzca o  elimine el consumo de los ácidos grasos omega-6, tales como el  aceite de maíz y soja, y los alimentos procesados que se han  elaborado con estos aceites. Una cucharada de aceite de maíz contiene  7,280 mg de ácidos grasos omega-6; la soja 6,949 mg. En su lugar,  utilice  aceite de oliva o mantequilla, procedente de animales alimentados  con pasto. Las grasas animales contienen menos del  20% de omega-6 y son mucho menos propensas a producir inflamación  que los aceites poliinsaturados, de los que se dicen que son  supuestamente saludables. No es cierto que las grasas saturadas  produzcan enfermedades cardíacas.

 Tampoco aumentan en exceso los  niveles de colesterol en la sangre. Ahora sabemos que el colesterol  no es la causa de la enfermedad cardíaca, así que la preocupación  por las grasas saturadas resulta absurda hoy en día.La teoría del  colesterol llevó a recomendar alimentos sin grasa, con pocas  calorías, lo que trajo consigo el consumo de otros alimentos que han  causado esta epidemia de inflamaciones.


La medicina convencional  cometió un tremendo error cuando aconsejó a la gente que evitara las  grasas saturadas en favor de los alimentos ricos en ácidos grasos  omega-6. Ahora tenemos una epidemia de inflamación de las arterias,  que conduce a enfermedad cardíaca y otras muertes  silenciosas. Lo que usted puede hacer es consumir  alimentos integrales, de los que su abuela sabía, y no esta moda de  consumir tantos alimentos procesados. Eliminando los alimentos que  producen inflamación y añadiendo los nutrientes esenciales presentes  en los alimentos frescos no elaborados, se revertirían los daños en  las arterias y en todo su cuerpo. * El Dr. Dwight Lundell es  jefe del Servicio de Cirugía Coronaria en el hospital Banner Heart  Hospital , Mesa , AZ. Recientemente dejó la cirugía para centrarse  en el tratamiento nutricional de las enfermedades cardíacas. Es el  fundador de Healthy Humans Foundation, que promueve la salud humana  mediante un enfoque que ayude a las Corporaciones a promover la  salud. Es también autor de "The Cure for Heart Disease" and "The  Great Cholesterol  Lie.

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